Su vida activa, primero de profesor y formador en los Frailes Menores y después de predicador por Italia y Francia, no empieza hasta cumplidos los 27 años, después del Capítulo de la Orden franciscana, celebrado en Forlí (Italia), al que San Antonio acudió desde el eremitorio de Montepaolo. En consecuencia esta vida activa duró sólo 9 años, pero ¡qué efectiva fue!
En el Capítulo de Forlí, los superiores de San Antonio, se descubrieron sus cualidades oratorias y su alto grado de formación teológica y conocimiento de las Sagradas Escrituras, que unidas a su capacidad personal, para que sus predicaciones fueran asequibles al público, le ayudaban a mostrar las posibilidades de aplicación de la doctrina católica a la vida práctica.
Profesor de teología
Sus actividades pastorales y su predicación fueron complementadas con sus enseñanzas en la Cátedra de teología del centro de formación que la Orden de Frailes Menores tenía en la ciudad de Bolonia. Fue nombrado oficialmente primer Maestro de teología por Mons. Enrico de la Fratta, Obispo de Bolonia.
Esta actividad duró hasta otoño 1224, momento en el que San Antonio fue encargado de partir hacia la región del Languedoc, en el sur de Francia. Durante su estancia en Francia, también dedicó su tiempo, entre 1225 y 1227, a la enseñanza de la teología en Montpellier y Toulouse.
Predicación
Después de predicar en Italia, donde no podemos dejar de citar lo ocurrido en la ciudad de Rímimi, infestada por la herejía albigense. Viendo que los habitantes de esta ciudad se burlaban de sus sermones, les increpó diciendo: “Ya que los hombres no quieren oír la palabra de Dios, voy a predicar a los peces.” Se dirigió entonces hacia las verdes orillas de la desembocadura del río y, como su seráfico padre San Francisco, que predicaba a los pájaros, con enternecedora sencillez invitó a los habitantes de las limpias corrientes a alabar al Señor. Para sorpresa de los asistentes, una multitud de peces se fue reuniendo junto a la playa, sacando la cabeza hacia afuera en actitud de escuchar las palabras del Santo. Desconcertada la población ante quien tanto poder obtenía del Cielo, abandonaron para siempre los errores de la herejía.
Su envío a Francia tuvo como misión predicar a los albigenses, para que volvieran al seno de la Iglesia. Como puede comprenderse, fácilmente, el ambiente era difícil para el apostolado, por lo que se necesitaban personas destacadas, por su celo apostólico, ciencia y santidad. También predicó en las ciudades de Montpellier, Toulouse, Puy, Burdeos, Brive, Bourges, Arles y Limoges.
Como podemos comprobar, eran tiempos difíciles, ¿como los actuales?, en que el Papa llamaba al “combate” a los mejores; entre ellos estaba San Antonio, que no dudó en responder a la llamada e indicar a las jerarquías locales de la Iglesia, la necesidad, en algunos casos (Obispo de Bourges), que cambiarán de vida, lo que, gracias a Dios, ocurrió.
Regreso a Italia
A comienzos de 1227 regresa a Asís, donde el 30 de Mayo se iba a celebrar un Capítulo General; en 1228 fue enviado a Roma a predicar en la Basílica de San Juan de Letrán, donde le oyeron el Papa Gregorio IX y la Corte pontificia.