Cómo se construye o destruye la persona
Educar con Garantías — 08/11/2013
Una personalidad bien definida se forja a base de la adquisición de hábitos. Ahora bien, hay hábitos que perfeccionan y hábitos que corrompen. Nadie es espontáneamente una persona honrada o una persona corrupta, ni se hace capaz de algo valioso o se malforma de repente, sino que la construcción o destrucción, la vamos haciendo visible con las determinaciones que tomamos cada día.
Leer másSobre la confianza
Educar con Garantías — 10/10/2013
Hoy el ambiente está bastante impregnado de duda, sospecha e impaciencia, lo que incita a poner el enfoque en los aspectos negativos que todos tenemos. Esto no favorece la transmisión de la confianza en los hijos ni en las personas que nos rodean.
Leer másRetos hacia el éxito de los hijos
Educar con Garantías — 16/09/2013
Hay pequeños trucos que facilitan la obediencia de los hijos y que si se tienen presentes sirven de ayuda:
Leer másSobre el arte de corregir a los hijos
Educar con Garantías — 02/07/2013
Hace unos días, en un programa de radio, el presentador me preguntaba si dedicar tiempo a hablar con los hijos facilita la disposición de estos a la hora de tener que corregir una mala actuación. Mi respuesta fue más o menos la siguiente:
Leer másLa importancia del prestigio ante los hijos
Educar con Garantías — 03/06/2013
En el artículo del mes pasado sostenía que la lucha personal contra nuestra comodidad es imprescindible para poder resultar atractivos a los ojos de las personas con las que convivimos, entre ellas, los hijos.
Leer másSentimiento de valía
Educar con Garantías — 02/05/2013
El niño, para medir su valía, su capacidad de competencia, tiene ante sí unos espejos que son las caras y comentarios de padres y profesores. Cada reacción de estos añade o quita algo de lo que el niño siente sobre su valía.
Leer másAlgo más sobre la empatía
Educar con Garantías — 03/04/2013
Cuando unos padres no aceptan los sentimientos negativos en sus hijos, cuando se les manda, por ejemplo, a su habitación al mostrarse malhumorados y no se aprovecha la ocasión para hablar con ellos acerca de cómo tratar dichos sentimientos una vez se pasa el acaloramiento, se facilita que los hijos se encierren en sí mismos y comiencen a vivir fingiendo, con inseguridad y agobio y con el único anhelo de evitar ese rechazo paternal-maternal.
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