16 DE JULIO - Las Sagradas Escrituras celebran las bellezas del Carmelo, donde el profeta Elías defendió la pureza de la fe de Israel en el Dios vivo (1 Reyes, 18, 19).
En el siglo XII, cuando las Cruzadas llegaron a Tierra Santa, encontraron una colonia de ermitaños que vivían en el monte Carmelo en comunidades por el patriarca de Jerusalén, quien les dio una regla de vida aprobada por el Papa Honorio III, en 1226.
Cuando Palestina cayó en manos de los mahometanos, muchos de los ermitaños huyeron a Europa y se adaptaron al nuevo ambiente. La orden se dedicaba a la vida contemplativa, bajo el patrocinio de la Virgen María. Junto a la orden primitiva, otras congregaciones se inspiraron en la espiritualidad del Carmelo, dedicándose a la vez a la vida activa. De aquí proviene la célebre advocación mariana, conocida con el nombre de Virgen del Carmelo o Nuestra Señora del Carmen.
La fiesta fue aprobada en 1587 por el Papa Sixto V para la orden de los carmelitas, extendiéndose a la Iglesia universal. En Hispanoamérica, el culto a la Virgen del Carmen está muy difundido, debido principalmente al celo apostólico que mostraron los carmelitas en la evangelización de estas naciones.
La medalla escapulario por un lado lleva la imagen del Sagrado Corazón de Jesús y por el otro la Virgen del Carmen. San Pío X concedió esta dispensa y recomendó el uso del Escapulario de tela.