Me gustaría comenzar señalando lo siguiente: educar es educar para ser libres, y el tiempo libre es un tiempo para la gratuidad, la belleza, el diálogo; tiempo para todas esas cosas que no son “necesarias” pero sin las cuales, uno no se siente a gusto.

Pensando en el verano, voy a centrarme en proporcionar pautas para facilitar en los hijos la construcción de una personalidad positiva y atractiva.

“Si quieres aventura lánzate a la lectura”.

Una de las ironías más grandes de nuestra época es la siguiente: contar con las redes sociales -en muchos casos- nos convierte en menos sociales.

El cariño y la confianza se transmite mediante la calidad de los encuentros. Los momentos en los que estamos juntos, deben ser momentos en los que se para el mundo. La atención debe concentrarse en la otra persona: el marido, la mujer, esta hija, este hijo…

Hoy se tiende a pensar que la fórmula mágica, la solución a todo, está en la técnica y en los métodos y que si transvasamos esta fórmula a las relaciones familiares, tendremos éxito. Craso error. 

Decíamos el mes pasado que es importante reflexionar en los motivos por los que hacemos las cosas y ayudar a los hijos en esa misma dirección. Estamos motivados cuando tenemos la voluntad de hacer algo y, además, somos capaces de perseverar en el esfuerzo que ese algo demanda para conseguir los objetivos que nos vamos marcando.