Hoy pensaba aludir al nuevo año que comenzamos, con energías más o menos renovadas, y a las esperanzas que depositamos en nuestro día a día. Pero, a raíz del periodo navideño, prefiero centrar la atención en otra cuestión, a saber, en la urgencia de perfeccionar nuestra capacidad de admiración.

La aparente relación que existe entre nuevas tecnologías y tendencia a la desconcentración fue el tema que abordé en el artículo del anterior mes. 

Rezaba así el titular de un estudio científico: “¿Cuántas veces tocamos el móvil al día?”. Y antes de seguir leyendo, sugiero que el lector se atreva a proponer una respuesta. ¿10? ¿20? ¿50 veces?

Si releyéramos a diario las lecturas de la misa dominical, muchas cosas cambiarían. Más aún si las pusiéramos por obra. 

Son tantos los actos violentos que se suceden, día sí y día también, en el mundo entero, que su noticia nos genera, a menudo, una terrible indiferencia. 

Nuestro apoyo y nuestro ánimo a nuestros profesores, seguro que les reconforta y anima

La famosa frase de que basta con ver un rato el telediario para adquirir una concepción triste y pesimista del mundo tiene, en nuestros días, muchos visos de ser cierta. Un día hay un atentado terrorista en un país africano, y al siguiente, decenas de muertos por culpa de un terremoto en Sudamérica.